HISTORIA DEL EMPERADOR CARLOS V
de Prudencio de
Sandoval
LIBRO VEYNTE Y SEYS. aré principio al libro veintiséis , antes de fenecer el año de mil quinientos y cuarenta y tres con el casamiento del Príncipe de España Don Felipe que fue nuestro Rey y Señor, y en ellos tiempos era de los gallardos y hermosos (como por sus retratos al natural , y verdaderos parece ) que había en el mundo, siendo sus años verdes y floridos, en este de cuarenta y tres , solo dieciséis , y lo que hay de Mayo, en que nació, al mes de Noviembre , en que se veló, que tocaba en el año diecisiete de su edad , y le vimos consumir, y acabar tan prostrado, llagado y deshecho, y con la paciencia que Job en el muladar , cuando limpiaba las llagas con una teja , volando de esta vida a la del cielo a catorce de Setiembre , año de mil quinientos y noventa y ocho: ejemplo notable de la vida humana , y vanidades de ella, pues lo mas alto y precioso se marchita, deshace, y consume con mayor presteza que la flor del campo verde , alegre, y olorosa. Antes pues que el Emperador partiese de España, dejó, como ya dije, jurado y por Gobernador a su hijo único Don Felipe. Así mismo quedó concertado con voluntad y gusto de estos Reinos, que casase con Doña Maria Infanta de Portugal, hija del Rey Don Juan el Tercero, y de Doña Catalina hermana del Emperador, la que nació en Torquemada. Tenía la Infanta diez y siete años, cuatro meses de edad mas que el Príncipe su esposo. Sábado trece de Octubre entró en Badajoz Don Juan Martínez Silíceo, maestro del Príncipe y Obispo de Cartagena , que después fue Arzobispo de Toledo, con mucho acompañamiento para recibir allí a la Princesa, que ya venia de camino para Castilla. Tenia el Duque de Medina Sidonia Don Juan Alonso de Guzmán , aparejadas sus casas que tiene en esta ciudad con la mayor riqueza y grandeza que se puede pensar para recibir , y hospedar en ellas a la Princesa las colgaduras riquísimas de oro, y seda, camas y bufetes de plata y otras cosas de supremo precio que si bien pudiera contarlas por menudo las dejo por no cansar, ni cargar la historia. Lunes quince de Octubre, a las cuatro de la tarde salió el Obispo a recibir al Duque, el cual venia en una riquísima litera, y los frenos, y clavazón de los machos que la traían eran de oro. Salió de ella el Duque, y subió en un caballo blanco a la brida o estradiota. [1] Venían con el Duque el Conde de Olivares su hermano, el Conde de Niebla su hijo, el Conde de Bailen, hijo del Duque de Béjar, Don Pedro de Bobadilla, Don Gaspar de Córdoba, Hernando Arias de Saavedra, Monsalve, Gonzalo de Saavedra, Don Pedro de León, Perasan de Ribera y otros muchos Caballeros todos con la mayor demostración de criados y riquezas que pudieron traer, que había bien que ver. El Duque traía cuarenta pajes con muy rica librea de terciopelo amarillo y encarnado, y treinta lacayos con la misma librea, aunque no tan costosa. Cada paje venía en un hermoso caballo, y tras ellos los atabales[2], trompetas, y chirimías, y seis Indios con arcabuces vestidos ricamente, y en los pechos unas planchas de plata con las armas de Guzmán (eran estos Indios músicos del Duque.) Entraron en la ciudad el Duque, y el Obispo a su lado izquierdo con toda la Caballería, y grandísimo acompañamiento. Traía el Duque gran casa de criados, cuatro Mayordomos, cuatro Maestresalas, cuatro Camareros , y de esta manera todos los oficios doblados. Tenia el Duque a su mesa treinta convidados de ordinario. El Obispo hacia plato a setenta. Dize esta memoria por muy gran cosa, (que para lo que ahora pasa con criados , es bien notable) que daba el Duque a todos los que con el venían a cada acémila un real, y Cinco a cada mozo de espuelas, y a cada mozo de caballos, y a cada acemilero y finalmente a cada persona y a cada bestia un real así que de raciones y gastos de mesa se hallaba que gastaba cada día seiscientos ducados. Trajo doscientas acémilas todas con reporteros[3] de terciopelo azul, y las armas bordadas de oro, y las cenefas de tela de oro. Otro día visitó el Obispo al Duque, otro el Duque al Obispo, y de ahí a dos días se convidaron de la misma manera. Lunes a 22 de Octubre, el Duque y el Obispo con toda la Caballería que allí estaba fueron al puente de Acaya, una legua de Badajoz para recibir la Princesa, como estaba concertado: irían hasta tres mil personas de caballo. La Princesa no vino, hubo varios pareceres, no sabiendo la causa porque había faltado y así se volvieron sin ella a Badajoz. II Miércoles 31 de Octubre llegó la Princesa a la Verde la Zarzuela, donde estuvo hasta el viernes siguiente dos de Noviembre, porque el jueves fue día de todos Santos. De aquí fue a Coria, ciudad del Duque de Alba , donde fue muy bien servida, y estuvo hasta el Lunes, que fue a la villa del Campo , donde vino por la posta Don Antonio de Toledo, hijo del Conde de Alba de Aliste con cartas del Príncipe, a las cuales respondió la Princesa . Aquí hubo nueva, de que el Príncipe vendría disfrazado a la segunda jornada a ver a la Princesa. Era la Princesa muy gentil dama, mediana de cuerpo, y bien proporcionada de facciones, antes gorda que delgada, muy buena gracia en el rostro, y donaire en la risa. Parecía bien a la casta del Emperador, y mucho a. la Católica Reina Doña Isabel su bisabuela. Traía en su acompañamiento de Portugal al Arzobispo de Lisboa, que era un santo varón, y por Mayordomo a Don Alejo de Meneses Embajador que fue en la Corte del Emperador y por Veedor a Diego de Merlo, y por Caballerizo mayor a Luis Sarmiento que estaba en Portugal por Embajador. Era Camarera mayor doña Margarita de Mendoza, mujer de Jorge de Merlo, Cazador mayor del Rey de Portugal. Trajo muchas Damas Castellanas y portuguesas. Sabida por el Príncipe la venida a este lugar de la Princesa, el y el Duque de Alba, y el Conde de Benavente , y el Almirante , y Don Álvaro de Córdoba, y otros se fueron a la Abadía, que es del Duque de Alba, de caza. Miércoles siete de Noviembre salieron disimulados al camino, y la vieron comer, y por todo el camino fue el Príncipe con estos disfraces, encubriéndose por ver a la Princesa, hasta Salamanca. Paró la Princesa en Aldeatejada una legua de Salamanca. Lunes doce de Noviembre: confesó, y comulgó en este lugar y después de haber comido entre la una y las dos salió de Aldeatejada para entrar en Salamanca. Llevaba vertida una saya de tela de plata con labores de oro, cubierta una capa de terciopelo morado con fajas de tela de oro, y una gorra de lo mismo con una puma blanca entreverada de azul, con muchos clavos de oro, y puntas, y en una mula con gualdrapa de guarniciones de brocado, y con sillón de plata , y otra mula delante con la misma guarnición cubierta con un paño de tela de oro, y un palafrén delante con una gualdrapa de muchas labores sobre raso blanco , cubierta la silla con un paño de tela de oro, sus mazas de oro delante, y eras ella su Camarera mayor, y las Damas por su orden, y junto a ella Doña Estefanía mujer del Comendador Mayor de Castilla. Delante de la Princesa venían el Duque de Medina Sidonia, y el Obispo de Cartagena al lado derecho, y al izquierdo el Arzobispo de Lisboa: y luego los demás Títulos, y Caballeros, con la música de menestriles[4]. Al pasar un arroyo, que llaman Zurguén, dejó la mula, y púsose en el quartago[5] y quitose la capa y fue a cuerpo. Delante de este arroyo en un campo a tres cuartos de legua de Salamanca, salieron al recibimiento hasta mil Infantes muy bien aderezados con sus picas y arcabuces, y montantes en orden con instrumentos músicos de guerra, puestos de siete en siete en hilera, y antes de llegar, dispararon 1os arcabuces, e hicieron sus luchas, y acometidas en forma de escaramuza, y los Capitanes en besando la mano, se apartaron a un lado. Estaban dos bandas de caballos de hasta trescientos y cincuenta, o cuatrocientos, puestos en dos recuestos[6] que hacían en un altillo un llano que llaman el Tesan. Eran Caballeros de Salamanca, los del bando de Santo Tomás con marlotas[7] de paño pajizas y blancas, y los de San Benito con marlotas rosadas, todas con muy buenos caballos, y jaeces, lanzas, y adargas, que son los dos bandos de la nobleza de la insigne ciudad de Salamanca, cada bando con sus atabales[8] y trompetas. Y comenzaron a salir de una banda y otra , e hicieron una muy vistosa escaramuza , y rodearon la Infantería con tanta gallardía que dieron mucho contento, y hizo fin desmán alguno, si bien los caballos lo trabajaron. Apartados los Caballeros, y Infantería aun cuarto de legua de la ciudad salió la Universidad con las ropas y capirotes y borlas, según sus facultades. Besaron la mano a la Princesa y habló uno, diciendo que los Reyes de Castilla y de Portugal sus progenitores habían siempre hecho merced a esta Universidad y se sirvieron de ella, y así suplicaban a su Alteza que lo hiciese. La Princesa respondió que así lo haría y luego le besaron la mano. Luego vino el Cabildo de la Iglesia mayor, y sus prelados. Y hizo lo mismo que la Universidad. Vinieron los Regidores y Justicia vestidos de terciopelo carmesí, calzas y botas blancas, y besaron la mano. Fueronse luego á la puerta del rio, y estuvieron esperando allí hasta que llegó la Princesa, y tomaron el palio, y las varas, y su Alteza entró debajo de el. Llevaba la rienda Luis Sarmiento. En medio del Corregidor y Tenientes y va el Conde de Monterrey vestido como Regidor. Delante de los Regidores y van seis hombres labradores (que llaman Sesmeros) vestidos con ropas largas de grana, que eran procuradores del común y de la tierra. Todos befaron la mano a la Princesa. El Príncipe anduvo con lo dicho disfrazado en un caballo bayo con un sombrero de terciopelo negro ,y un tafetán en el rostro, y una capa con faja de raso por dentro, y fuera de terciopelo, y al tiempo del entrar por la puerta de la ciudad se adelantó.
NOTAS Mías: [1] (los estradiotes eran caballeros mercenarios albaneses; la RAE dice: montar o cabalgar: Con estribos largos, tendidas las piernas, las sillas con borrenes, donde encajan los muslos, y los frenos de los caballos con las camas largas.) [2] timbales [3] Paño cuadrado o rectangular, con emblemas heráldicos [4] Músico de instrumentos de viento. [5] Caballo pequeño, de poca alzada [6] Declive. [7] Vestidura morisca, a modo de sayo vaquero, con que se ciñe y ajusta el cuerpo [8] Timbales |